viernes, 28 de septiembre de 2007

Entre dos intolerancias

Entre dos intolerancias:
así vamos viviendo, sobre-
vaciando el día,
la radical oculta en los espejos.

Así vamos:
educados en la razón fundamental,
tablero magro entre dos antagonismos
que disputan su partida.

Apresados de a tres por bando,
de uno en fondo
hacia la muerte, así vamos,
gente que se crece en la lucha,
hijitos plenos del encono y la abominación.

Para volver un día
soñamos, saludables y solemnes
a veces soñamos
la radical oculta en los espejos.

Como adolescentes febriles procuramos distancia,
soñamos un tiempo lejos, un tiempo D
que habrá que construir.

Y así vamos viviendo, sobre-
vaciando el día, apresados en el fondo oscuro
entre dos intolerancias obcecadas
que disputan nuestras vidas.


ALBEM FUENTES

jueves, 27 de septiembre de 2007

MEMORIA DE LA NIEBLA

Invierno de 1994-1995

Esta contando su propio día: un cielo gris y paredes grises junto al mar. Lo que antes fue: El mar, se retira de su escritura y sobre los arrecifes de la próxima cuartilla aparece una mancha neblinosa de amarillo, rosado y verde: La ciudad, le sugiere el paso cansado de un gato al fondo. Pero vuelve el salitre del mar y borra la posible intensidad del color. Lo que antes fue: Un gato, es en el párrafo final un hombre que regresa cansado de su día, deja el blazer sobre una silla cualquiera y escribe: Memoria de la niebla.
Va a contar un día gris, cualquiera de los días de su vida. La propia secuencia conque empieza a narrar la historia refiere el hastío del Autor, su cansancio, la lentitud de sus dedos sobre el teclado:
Sombras, polvo, tedio, viento, gestos, voces, fuga. El inspector observa la fila de personas que esperan y levanta los brazos, su expresión es de impotencia: Nothing. Agotamiento que precede a la rajadura del árbol en el asfalto sucio. Sentado en la raíz y en medio de muchos, miro alejarse el ómnibus por la Calzada de Ayestarán.
Leo sin emoción: Formas de la niebla y la nada. Leo para que pase el tiempo: Vacío de sentido. En realidad espero que aparezca una muchacha de amarillo, rosado o verde y camine desde el fondo neblinoso de la ciudad hasta esa esquina olvidada donde el Autor vive lo que escribirá después: El hastío.
Narra el hastío. Adivino esa intención en el gesto del inspector y en el rostro de los pasajeros que tratan de abordar el ómnibus, repleto de voces impacientes: Out of bus/ nothing in especial. Leo su Memoria… apagada, sin emoción, y espero una muchacha que no llega, un ómnibus que no vendrá, un día de colores más intensos.
Me digo: Si el Autor fuese Senel Paz, Gumersindo Pacheco o Eric González Conde, viviría otra vida y escribiría sobre otros temas: el amor, la amistad, la tolerancia, las aventuras de la niñez y de la adolescencia. Su lenguaje seria de una transparencia clásica y chispeante, su tono mas intenso, y los personajes —por muy jodidos que estuvieran— recordarían alguna anécdota simpática para atrapar al Lector. Yo leería emocionado su relato debajo de este árbol, tendría mi muchacha, olvidaría que hoy es un día tan gris como cualquiera de los días de mi vida.
Pero él estruja la realidad: No puedo ser ameno, y observa los detalles: el gesto del inspector, la rajadura del árbol, el ómnibus repleto de voces impacientes. Toma apuntes de todo eso: Para la historia que escribiré después, y se va caminando por la Calzada de Ayestarán hacia el cansancio.
Contará esta historia: un cielo de polvo y paredes de polvo por toda la calle. Lo que antes fue: La luz, se disuelve en un espectro gelatinoso de palabras y en el fango de la cuartilla siguiente azota un viento largo de improperios, laceraciones y frío: La ciudad, le anuncia el lumínico incompleto de un bar al frente. Pero vuelve la salpicadura del fango y apaga cualquier intensidad de la atmósfera. Lo que antes fue: Un bar, es en la última oración una oficina donde entra cansado de su día, manosea documentos de tercera importancia y escribe en el borde superior derecho: Archivo.
Describe un día gris, cualquiera de los días de su vida: En otra jornada a través de la niebla, soy un extraño a mi propia labor. Leo una más de esas muertes diarias en las notas de sus reuniones de trabajo. Inclinado sobre el teclado de la Óptima, transcribe en la blancura del bond: La apatía, la ausencia de motivación, la falta de sistema. Tanta alienación castra la identidad de su ser. El poco oficio conque incorpora al lenguaje literario esos términos de oficina muestra el abandono en que ha quedado su condición de escritor:
Premios (listado de)/ instituciones afines/ designación lokuasa (documentar expediente) marzo homenajes biliusg/ institución-artista (relaciones) kultursemasa lokiusg/ ausencia de motivación/ merkuasa condición eskretiusg a mediano plazo// pérdida de litiusg/ en un sentido prosa genera palabras y tokuasa ambiente....
Acumulación de palabras en una oración sin sentido. El Autor muere durante ocho horas al día y ve cómo esa niebla va apagando, jornada tras jornada, la intensidad de su relato, la claridad de su Memoria…
Tomo notas de su imaginario muerto: Una muchacha vestida de verde se me acerca en la escalera: repetición de mi hastío en su sonrisa. Nothing out of mí/ nothing in mí. Bajo los escalones mientras él recuerda: Tuve una tarde con ella. Leo su recuerdo: Al otro lado de la bahía, el sol poniente sobre el mar y luego la luna, ella bailaba Escaleras al cielo en una explanada vacía. Imagino el reflejo de la luna —litiusg dentro de su pelo rojo—, el movimiento de su boca —labios lokiusg que ella baja por mi cuerpo. Luna y labios. Ella succiona mi cuerpo y baila y baja hasta mi alma que sube, baila y se expande, succiona y sube conmigo hasta el cielo, junto a una orilla de rocas.
Pude ser feliz. Es una voz que se apaga en el tedio. A veces despierta en medio de la tarde e intenta retener las imágenes que su inconsciente le envía a través del sueño: una voz que murmura y se apaga. Pudo ser feliz, pero censura su más íntimo deseo: abandona el cálido portal donde los amigos viven otra vida y camina entre paredes de polvo. Inicia una descripción de la muchacha de verde y piensa que quizás tenga unas horas de sexo con ella: Otro día, en otras circunstancias. Pero nombra el cansancio, el peso de la niebla y la nada. Entra a una casa: Café, enciende un cigarro, baila en la penumbra, se desnuda: Estamos solos hasta las seis, y besa su cuerpo rosado, la muerde sin música, se la tiempla en seco: De verde una, dos, tres veces: De amarillo se va, y regresa al polvo de la calle, fumándose el hastío de su vida.
Grisura del anochecer. Tomo notas al margen: Está contando su muerte. Lentamente se pudre la ciudad y la vigilia del Autor es solo inercia, un ojo que contempla, sin aire y sin luz, el baile cansado de un gato sobre el muro: Dejo correr mi vida sobre el manuscrito. Hago apuntes: Escritura de los referentes de vida. El Autor narra su hastío, su alienación, la censura de su deseo, y muere. Cuando más allá de la Plaza intenta mirar a lo lejos, apenas ve la rajadura del árbol. Y la nada, iluminada: ¿Desea un auto para usted, señor? Blanco o negro, azul o rojo, verde o amarillo: La nada, rosada.
Es la vía pública: un cielo cerrado, una silueta que pasa, un mar que espera. Me digo: Si todavía fuese un escritor de ficciones, describiría cómo ese hastío de sombras, esa fe gastada, esa lucidez de medianoche precipitan el suicidio. Yo leería emocionado su relato y terminaría con mi vida de un pistoletazo, unas inyecciones, o cualquier otra cosa.
Pero no escribirá ese final: Es demasiado intenso para una Memoria… de mis días. Camina junto al muro y escucha las voces de la niebla, el goteo de las vidas que se dejan ir en la lentitud de la madrugada: Ya no es posible escribir otra cosa: Nos decimos demasiado cansados: Eso es, demasiado sin fuerzas para imaginar otra muerte que no sea nuestra propia muerte.
Vida en la niebla, donde a veces se entrevé la nada, iluminada. El Autor contempla la ciudad y camina en el vacío: Se pudre sin remedio. Es solo un cuerpo que cubre la niebla: Cansado, inerte, frío. Un muerto más que espera el alba en los arrecifes de la última cuartilla.
Hago esta lectura de su relato: los días de un fantasma que mira alrededor. Es una lectura incompleta, como las vidas que él está contando: Su vida, mi vida, barridas por la niebla.
Leo su Memoria… en el camino a casa, la encuentro vacía y anoto: Regreso cansado de mi día, dejo el blazer sobre una silla cualquiera, limpio el teclado de la Óptima. Son mis apuntes para la historia que escribiré después: El relato, la vida, serán siempre incompletos. Selecciono una hoja de papel y contemplo la blancura del bond en la prisión de los rodillos. Re-creo una variación posible: Narro una escritura del párrafo final donde el gato maúlla y acompaña mi vigilia por las habitaciones vacías.

ALBEM FUENTES

martes, 25 de septiembre de 2007

Acumulaciones

Deste poco existir ya estoy cansado
de escapar por estas calles sin retorno:
mañanas, tardes, noches junto al horno
inclemente que mi risa se ha cobrado.

Cuando palpo el batir del encrespado
mar en la filosa roca de su adorno,
cuando actúo escenas casi porno
de un tiempo enfermo en su apagado

cielo, vuelvo a preferir el descontento
natural y aquellos ciclos de intemperie
que ponían nervio y luz al firmamento.

Últimas secuencias de una larga serie
de equívocos y entrega sin sustento
que avivan su final por la congerie.

ALBEM FUENTES

lunes, 24 de septiembre de 2007

Estuches de ocasión

resígnate
a
ser
un
prisionero

-uno
guardado
tras
las
rejas

de
la
luminosa
vida
civil.


ALBEM FUENTES

sábado, 22 de septiembre de 2007

Miradas Conciertaelegancia

Dos capacidades me sorprenden -y admiro- de la persona artística:
1. su capacidad de dármele un giro a la vida, a base de ironía.
2. la imaginación
No dudo en afirmar que las dos son versiones cercanas de lo mismo, de una ecuación, un conjunto que dan como resultado único un relevante rasgo de la personalidad: inteligencia creativa.
Hace unas semanas, mi amiga Nieves Lafertè, quien junto a su compañero, Rogelio Rolando, forman un dueto irónico de primera línea, me envió un ensayo donde la psicoanalista Mirta Liliana Tedesco, al analizar la ironía como artilugio, en su primer párrafo se pregunta:
¿Es la ignorancia de Sócrates una ironía? ¿De qué se trata esa naturaleza de la ironía que dice algo pretendiendo ser entendido por lo contrario? ¿Es decepción, fingimiento, engaño, ignorancia, disimulo? ¿Cuál es el propósito de la ironía?
para acto seguido afirmar que esta recursión, "signo de urbanidad, elegancia y buen gusto", en la Roma clásica, tiene como objetivo incidir sobre la subjetividad del receptor, a quien pretende "irritar, incomodar, y desconcertar", como hicieron en la lejanía histórica Sócrates y, más "recientemente" Kierkegaard, con sus respectivos contemporáneos.
Desde nuestro punto de vista, el objetivo de la ironía es completamente metatranquiano, cuando es elevado, culto; o metatrancoso, cuando es vulgar y bajo. En el primer caso reivindica, pule, refina, cultiva el ser. En el segundo asesina (o acecina, es decir, desgracia, "sala").
Como siempre la ironía funciona entre el beneficio y el maleficio, no admite términos medios, es un recurso contra la mediocridad. En cualquiera de sus dos manifestaciones, la ironía actúa contra los presupuestos, critica lo que se admite como inobjetable, como principio de la realidad, a saber: el poder, es decir la belleza.
Por eso los irónicos, con inobjetable frecuente éxito, se buscan problemas, cuando son comprendidos. Lo mejor que puede sucederle a un irónico es no ser entendido, en ello coincide con los cínicos. Ambos forman parte del mecanismo equilibrante del sistema dominación; pero mientras, como hemos ya dicho, el irònico es el recurso del dominado, el cinismo es inherente al dominador.
Por eso la comunicación basada en la ironía es contestataria, cuando más obsecuente sinónimo de "cierto desacuerdo", como señala el autor, un bardo que como muchos se niega a que la tristeza lo impulse hacia el mar, como demuestra su poema

Con cierta elegancia

Cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo,
conviene -corresponde bien-
al modelo que predomina
y triunfa. En la ciudad abigarrada.
En los festines -sexuados-
de sus bares y casonas, conviene:
cierta elegancia en la boca,
cierto desacuerdo.

En las playitas privadas,
en los puentes de una sola dirección,
en las antiguas plazas -solitarias-
que frondosamente te reciben,
conviene mostrar: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.
En la piel seductora de sus hijas, conviene.
No olvides ese dato.

Te recibe amena. Abre
para ti sus galerías. Se entrega
sin reservas -un cuerpo
arreglado para la especulación.
Pero exige. Se entrega y exige,
un resguardo seguro: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.

Conviene: un poco
de travestismo. En la lógica
virtual de los internautas, conviene.
En las rápidas avenidas luminosas,
conviene: bajar velocidades. En
la extensa tradición comentada
por los libros -que vuelven a ser época-
conviene: cierta elegancia en la boca,
cierto desacuerdo.

No olvides ese dato.
Corresponde bien al modelo
que predomina y triunfa.

El poeta concuerda con Mirta Liliana, la psicoanalista , cuando afirma que el que practica la ironía, dice menos de lo que piensa. El mensaje irónico, verdadera entropía de la realidad tangible, construye una alternativa al valor, diferente al que impone la doble moral, pues a la percepción receptiva aporta más de lo que dice saber (de hecho, saber que no se sabes es saber "demasiado"), y por ello corresponde su análisis al de los comportamientos lógicos incompletos, por lo cual es un aporte al predominio de la idea sobre el objeto, la importancia de la abstracción que cuestiona el "principio de realidad".
El objetivo de la ironía es alterar el valor de las cosas, colocándolos en los planos intangibles. Por su parte el doble rasero nos impone un estrecho patrón de subsistencia a toda costa, cuando no utopías que, en opinión de Karl Marx, son "cartas de navegación falsas". La ironía es el solitón de la naturaleza.
El ejercicio de la ironía implica asumir riesgos, pero no altera la estabilidad, el estatus de las cosas. Por su parte, y al precio de la devaluación, a veces irreversible, la doble moral, intenta a toda costa posicionar las expectativas del ser por encima de su posibilidad real, dejando al receptor a expensas de las ficciones, las utopías, la no-realización, el fracaso.
En esta dirección, el de la restauración del valor, puesto en cuestionamiento por la ironía, un gran irónico popular, faustino Oramas, que en los 60's hizo fama nacional construyendo una guaracha con los pormenores que circundaron la trágica defenestración del holguinero Margarito, tras su propia condena al ostracismo, convirtió al dirigente tronado en "vanguardia y piloto". Oramas ha hecho del recurso irónico una completa (y compleja) estética del juego con(tra) los presupuestos, a favor de la imaginación, del juego inteligente, selectivo con los elementos empàticos contenidos en la cosmovisión de sus escuchas. El Guayabero, nombre con el que más se identifica a Don faustino, es un artista socrático. Con su arte, los recursos metatranquianos descienden a simas inalcanzables de ambigüedad o incompatibilidad contextual, como afirma Mirta Liliana.
En tanto que recurso retórico, el comportamiento irónico intenta anular al adversario, al suprimirle toda capacidad de respuesta, cuando le aporta una versión "otra" de lo real. Es aplicado a modo diferente de los discurso represivos, que intenta suprimir el ejercicio de la opinión y hasta a veces al opinante mismo, reduciéndolo a la pasividad estrictamente receptiva o nula: la prisión o la muerte...
La ironía desarma, pero no declara ilegales los argumentos en su contra, es más un arma de la víctima que del victimario, una respuesta irrefutable, desde el punto de vista del que establece las reglas de la veracidad.

Metatranque.com

viernes, 21 de septiembre de 2007

El largo jueves

T
O
D
O
el
largo
jueves
en tertulias por El Vedado;
luego, pasar a verte
–es posible, el jueves, ya tarde,
pasar a verte– es posible,
un beso, un gran beso en la boca morbosa,
el jueves –una hora de jueves,
para arreglar el mundo–

(siempre)

antes de
la noche larga
el largo día pretencioso y mísero

(siempre)

arreglar el mundo,
construir un Jardín, un parlamento bonito
en tertulias por El Vedado
–misión imposible–

(siempre)

la tarde viciada,
la trilzura achicada de la tarde
en el largo jueves de pasar a verte
a una hora ajustada

(siempre)

con el sabor del café en los labios
con el limpio aroma de las muchachas en flor
que llega y se instala
y que también se extingue

(siempre)



Albem Fuentes

jueves, 20 de septiembre de 2007

Con cierta elegancia

Cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo,
conviene –corresponde bien–
al modelo que predomina
y triunfa. En la ciudad abigarrada.
En los festines –sexuados–
de sus bares y casonas, conviene:
cierta elegancia en la boca,
cierto desacuerdo.

En las playitas privadas,
en los puentes de una sola dirección,
en las antiguas plazas –solitarias–
que frondosamente te reciben,
conviene mostrar: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.
En la piel seductora de sus hijas, conviene.
No olvides ese dato.

Te recibe amena. Abre
para ti sus galerías. Se entrega
sin reservas –un cuerpo
arreglado para la especulación.
Pero exige. Se entrega y exige,
un resguardo seguro: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.

Conviene: un poco
de travestismo. En la lógica
virtual de los internautas, conviene.
En las rápidas avenidas luminosas,
conviene: bajar velocidades. En
la extensa tradición comentada
por los libros –que vuelven a ser época–
conviene: cierta elegancia en la boca,
cierto desacuerdo.

No olvides ese dato.
Corresponde bien al modelo
que predomina y triunfa.


ALBEM FUENTES